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Un agricultor descalzo camina por el bosque. Es de noche y la luz de su antorcha ilumina las gotas de lluvia que caen continuamente.

El machete oxidado que sostiene no es para ramas, es para defenderse de los ladrones.

Otros hombres, agricultores como él, están afuera patrullando el bosque bajo la lluvia. Durante los pasados tres meses, han salido de su casa cada noche para realizar el largo trayecto hacia las plantaciones y proteger su cosecha.

Pero no se trata de una plantación ilegal de coca, o nada por el estilo. De hecho, estos campesinos están cultivando una cosecha cuyo nombrees sinónimo de algo aburrido.

Los hombres necesitan armas para defenderse de ladrones que vagabundean por el campo buscando una sola cosa: vainilla de Madagascar.

Es fácil ver el patrón de puntos en relieve de la lisa cáscara verde de la vaina.

Muestran que estas vainas de vainilla pertenecen a Leon Charles.

"Ese es mi nombre. Mi apodo, como me llama la gente aquí, es Baba", dice.

Leon está con su esposa Oristin en su jardín, donde cultivan café y vainilla, en el poblado de Ambanizana, en la orilla del Parque Nacional Masoala en el noreste de Madagascar.

Es difícil llegar hasta allí. No hay calles ni carreteras. Desde la capital de la isla, Antananarivo, se necesitan dos vuelos, un viaje de dos horas en lancha motora y otros 30 minutos en canoa para llegar hasta Ambanizana.

El pueblo está lleno de música. Se escuchan alegres melodías a través de la cortina rosada que cubre la puerta de entrada a la casa de Leon, una estructura de madera rectangular y techada.

Aquí el bosque se reúne con el mar, y la alta humedad, la sombra y las temperaturas moderadas crean un clima perfecto para cultivar vainilla.

Cada planta que Leon poda contiene vainas —también conocidas como frijoles— que eventualmente se venderán a más de US$150, cuando estén secas.


Location : Madagascar, Africa Date : 2018-08-27 13:44:32